Parte de los integrantes de la peña Los Mustang en una romería. |
Después del día festivo de romería al Santuario, tras los ranchos y costilladas al amparo de los olivos, espontaneas jotas a la vera del recio vino, venía el momento de bajar al pueblo. La gente arrebujada bajo mantas muleras se agrupaba en los remolques tirados por briosos tractores. Un pequeño grupo de fieles bajabamos por la senda llevando la imagen de la Virgen hasta la paridera del Collao. Los rostros colorados por la emotividad y el aire puro de la sierra. Algunos canticos salían de las entrañas de una devoción verdadera, acompañando los pasos por la estrecha senda. Obligada la parada para beber en el pilanco del Cura donde el agua retenida en la roca sabía a tomillo y aliaga. Al día siguiente, la soledad de la sierra, sería ollada por las albarcas recias de un taciturno pastor. Abajo, en el pueblo, la Virgen estendería su manto protector sobre sus fieles feligreses en espera de su retorno al Santuario.
¡Agua para nuestros campos! ¡Salud para nuestros cuerpos! ¡Salvación para nuestras almas!
Texto y fotos enviados por Jose Manuel Rodriguez Saenz, autor de "Desnudos bajo la tormenta".
Ver esto ahora me ha traido muy buenos recuerdos. estamos!!
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